En las laderas verdes de los Valles Centrales de Oaxaca, donde el maíz florece como símbolo de vida y resistencia, nace una de las celebraciones más significativas de la identidad Oaxaqueña: La Guelaguetza. Esta festividad, reconocida mundialmente por su colorido, música y danzas, tiene raíces que se hunden profundamente en la tierra sagrada de los pueblos zapotecas y mixtecos, conectando con lo divino, la naturaleza y el espíritu de comunidad.
🌾 Una Fiesta de Ofrenda a la Deidad del Maíz
Antes de que existieran los escenarios modernos, los trajes bordados y los reflectores turísticos, la Guelaguetza fue una ceremonia espiritual. En tiempos prehispánicos, los antiguos zapotecas rendían culto a Centéotl, la deidad del maíz, simbolo de fertilidad, abundancia y sustento. Le Guelaguetza original era, en esencia, un ritual agricola, una danza sagrada de agradecimiento por las buenas cosechas y una súplica por las lluvias y abundancia futura.
Centéotl, la joven diosa que representa al maíz tierno, era honrada con danzas, cantos, ofrendas florales, alimentos y sahumerios. Los pueblos subían al Cerro del Fortín, considerado un espacio sagrado, para rendir tributo a esta divinidad . Aquel monte, hoy conocido por albergar el auditorio Guelaguetza, era el altar vivo donde los pueblos celebraban el milagro de la vida que brota del suelo.
🤝 El Verdadero Significado de Guelaguetza: Dar para Recibir
La palabra "Guelaguetza" proviene del zapoteco y signigica algo más que una fiesta: se traduce como "ofrenda", "cooperación" o "ayuda mutua". No es solo un intercambio material, sino un acto social y moral. Dar sin esperar nada a cambio, pero con la certeza de que algún día, cuando uno lo necesite, la comunidad estará ahí para corresponder.
Este principio rige hasta hoy muchas costumbres oaxaqueñas: desde las mayordomías hasta las fiestas patronales. Dar Guelaguetza es dar parte de ti: tu comida, tu trabajo, tu música, tu danza, tu corazón. Por eso en cada delegación que baila en julio, no sólo vemos una danza, sino una ofrenda cultural viva, un acto de generosidad ancestral que sigue latiendo.
🏔️ Del Ritual a la Fiesta Comunitaria
Con la llegada de los españoles, muchos rituales ingígenas fueron prohibidos o reconfigurados bajo el manto del catolisismo. La Guelaguetza sobrevivió transformandose en una celebración del Lunes del Cerro, dedicada a la Virgen de Carmen. Sin embargo, el espiritu indígena nunca murió. La comunidad, la danza y la ofrenda siguieron siendo el eje de la celebración.
A partir del siglo XX, especialmente despues de 1932 (cuando se organizó la primera Guelaguetza oficial con el motivo del 400 aniversario de la Ciudad de Oaxaca), el evento se cosolidó como una muestra de hermandad entre las regiones del estadp. Las ocho regiones se hacen presentes para compratir lo mejor de su cultura: música, vestimenta, gastronomía y sobre todo su arte comunitario.
🌈 Identidad, Orgullo y Resistencia
Hoy, la Guelaguetza es mucho más que un espectáculo folclorico: es una afirmación de identidad indígena, una celebración de la diversidad , una manera de resistir a la homogenización cultural. Es tambien un espacio donde las comunidades se reencuentran, comparten sus problemas, celebran su historia y proyectan un futuro en común.
Cada baile lleva el eco de siglos pasados; cada huipil bordado habla del territorio de quien lo porta; cada jarabe, son o chilena es un testimonio vivo de un pueblo que no se deja olvidar.
💬 ¿Por qué sigue viva la Guelaguetza?
Porque está anclada en tres fuerzas poderosas:
- La deidad: el respeto por lo sagrado, por la tierra, por el maíz que alimenta cuerpo y espíritu.
- La cosecha: el fruto del trabajo colectivo, de la milpa, del calendario agricola y lunar.
- La comunidad: el alma de los pueblos, el tejido social que sigue dando, celebrando, compartiendo.
Por eso la Guelaguetza no solo se baile: se vive, se siente y se honra.
🧡 ¿Tú también das tu Guelaguetza?
Este mes de julio, te invitamos a mirar más allá del escenario. A ver en cada danza una historia, en cada sonrisa una herencia, en cada traje un pedazo de tierra. La Guelaguetza no es solo para ver, sino para entender, compartir y amar.
Porque mientras haya pueblos que den sin esperar, que celebren lo que son y honren lo que fueron, la Guelaguetza vivirá por siempre.