En Oaxaca, la solidaridad no es un acto extraordinario: es una forma de vida. El tequio, ese trabajo colectivo que muchos dan por hecho, es en realidad una de las expresiones más profundas del alma comunitaria oaxaqueña. Más que una obligación, es una herencia que atraviesa generaciones, una práctica que sigue viva en nuestros pueblos, donde el bienestar común está por encima del interés individual.
🌱 ¿Qué es el tequio?
El tequio es una forma de trabajo comunitario gratuito, en el que los miembros de una comunidad colaboran para mejorar su entorno: desde limpiar caminos, construir escuelas, mantener los sistemas de agua o participar en fiestas patronales. No se paga con dinero, sino con compromiso, respeto y sentido de pertenencia.
🌀 Un origen que se remonta a tiempos ancestrales
Esta práctica no nació con las instituciones modernas, ni con los programas de gobierno. Tiene sus raíces en la cosmovisión zapoteca, mixteca y otras culturas originarias de Oaxaca, donde la comunidad se entendía como un solo cuerpo y cada quien tenía una función vital que cumplir.
Para los antiguos pueblos, trabajar para el otro era trabajar para uno mismo. Así funcionaba la vida: en reciprocidad, en armonía con el colectivo, en equilibrio con la tierra.
🤝 Un sistema que fortalece el tejido social
A través del tequio, se construyen caminos… pero también lazos. Es ahí donde los niños aprenden el valor del esfuerzo, donde los jóvenes encuentran identidad, y los mayores enseñan con el ejemplo. En un mundo donde predomina el individualismo, el tequio sigue siendo un acto de resistencia silenciosa, de dignidad compartida.
🛠️ ¿Cómo se manifiesta hoy?
A pesar de los cambios sociales y económicos, el tequio sigue presente en muchas comunidades oaxaqueñas. En algunos casos, se organiza desde la autoridad municipal, y en otros nace desde el corazón del pueblo. Hay quienes lo ven como una obligación, pero para muchos, aún es un orgullo.
Además, su espíritu ha trascendido: hoy se habla de tequio en universidades, en colectivos urbanos, y en movimientos sociales que buscan recuperar esa lógica ancestral de trabajar juntos por algo más grande.
El tequio no solo construye escuelas o limpia calles. Construye comunidad, memoria, respeto. Nos recuerda que, en Oaxaca, el “nosotros” siempre ha sido más fuerte que el “yo”.
En tiempos donde tanto se rompe, el tequio es una medicina. Un hilo ancestral que sigue tejiendo el presente.