En cada paso de la Guelaguetza, en cada flor lanzada al aire y en cada danza que agita los trajes multicolores, hay un elemento que guía, eleva y da vida al festejo: la banda de aliento. No se ve siempre en primer plano, pero se escucha en el corazón, como un pulso constante que late al ritmo de la tradición oaxaqueña.
🎷 Un sonido que une pueblos
Desde las primeras notas de un jarabe mixteco hasta los vibrantes sones del Itsmo, la banda de aliento es más que música: es una expresión viva de identidad comunitaria. Cada región que participa en la Guelaguetza trae consigo no solo sus trajes, sus danzas y su historia, sino tambien sus propios músicos: jóvenes, adultos, mujeres y hombres que han aprendido a interpretar la vida a través del clarinete, el trombón o el saxofón.
🌄 Raíces profundas
Las bandas de aliento tienen una presencia centenaria en Oaxaca, especialmente en comunidades indígenas de la Sierra Norte, la Mixteca y la región del Itsmo de Tehuantepec. Tradicionalmente formadas en las comunidades como parte de la educación cultural de los jóvenes, estas bandas son el resultado de una mezcla única entre la herencia musical indígena y los instrumentos de viento y percusión introducidos durante la época colonial.
👣 Banda que camina, pueblo que celebra
Durante los Lunes del Cerro, las bandas acompañan a cada delegación en su entrada al Auditorio Guelaguetza. Sus melodías dan inicio a los bailes, marcan los cambios de ritmo y acompañan la entrega de las ofrendas. Pero no solo suenan en el escenario: tambien retumban en las calles, el los desfiles, en las calendas y en los corazones de quienes, año con año, se preparan para celebrar lo que somos.
🎵 Sonidos que cuentan historias
Cada región tiene su estilo, sus piezas más representativas, sus arreglos tradicionales y sus propias composiciones. Algunas bandas incluyen piezas sinfónicas adaptadas, otras se especializan en sones, chilenas o danzones. Pero todas tienen algo en común: su capacidad de emocionar, conmover y encender el alma.
🌟 Una herencia que vive
Muchos de los músicos actuales comenzaron desde niños, heredando su instrumento y su pasión de generación en generación. En muchos pueblos, ser parte de la banda es un honor y una responsabilidad comunitaria. Se ensaya en las tardes, despues del trabajo o la escuela, con disiplina y entusiasmo , por que la música también es un servicio al pueblo.
📢 La Guelaguetza no suena igual sin ellos
Cuando escuchamos el retumbar del tambor, el eco del clarinete o el canto profundo del saxofón, sabemos que la fiesta ha comenzado. La banda de aliento no es un adorno más de la guelaguetza: es su alma sonora, el hilo invisible que une a las comunidades con sus raíces, que da fuerza a los pasos de los danzantes y que emociona a quien la escucha por primera vez.
🎶 Así que la próxima vez que estés en una calenda, en un desfile o en el Auditorio Guelaguetza, cierra los ojos por un momento y escucha…
Ahí está, en cada nota: el alma de Oaxaca que canta con viento y tambor. 💛